lunes, 19 de diciembre de 2011

Bielorrusia cerca cada vez más los Derechos Humanos



Hoy hace un año que el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, rompió la promesa que hizo, tanto a su propio pueblo como a la comunidad internacional, de trabajar hasta conseguir un entorno político más liberal en Bielorrusia. La noche del 19 de diciembre vimos como la policía antidisturbios cargaba brutalmente contra los manifestantes que pacíficamente se habían reunido para protestar por las elecciones amañadas de Lukashenko. Antes de que se celebraran las elecciones, hubo señales que apuntaban a que Lukashenko había cambiado de actitud y estaba a favor de tomar medidas que, paso a paso, llevaran a un pluralismo sustantivo y a unos estándares europeos razonables. La Unión Europea acogió favorablemente esas señales, y se ofreció para abrir nuevas áreas de cooperación con Bielorrusia, siempre y cuando dichas mejoras se materializaran. Nuestro único deseo es ver cómo Bielorrusia construye un futuro democrático, próspero y seguro y trabaja con la Unión Europea y sus vecinos con normalidad.
Por el contrario, hemos visto cómo cientos de manifestantes inocentes eran detenidos y cómo muchísimos de ellos eran condenados, en juicios que adolecían de graves defectos, a penas de prisión por motivos políticos. Entre estos condenados se encontraban varios candidatos presidenciales cuyo único crimen era el de oponerse a la presidencia de Lukashenko. Lo que siguió fue la persecución implacable de los miembros de la oposición, los medios de comunicación independientes y los representantes de la sociedad civil que osaran cuestionar la legitimidad o enfoque del régimen. Los estudiantes fueron expulsados, los trabajadores se quedaron en el paro, se registraron las casas y se confiscaron los ordenadores de las ONGs y de los medios de comunicación independientes.
No contento con oprimir a todo disidente político, Lukashenko clava ahora su mirada en los que intentaron defenderle, encarcelando al muy respetado defensor de los derechos humanos, Alex Byalyatski, imponiéndole una pena de cárcel de cuatro años y medio por unos cargos de evasión de impuestos falsos, añadiendo un preso político más a la lista. Además, ha modificado la ley para reducir aún más el espacio prácticamente inexistente que existía para la expresión política y el activismo cívico.
Bielorrusia es ahora un país dominado por el miedo. Personas valientes sufren un trato inhumano en las cárceles porque se niegan a “confesar” delitos que no han cometido. Estamos muy preocupados por la situación de Andrei Sannikov, Mikalai Statkevich, Zmitser Daskevich y  Dzmitry Bandarenka.
Las consecuencias más amplias para Bielorrusia de esta política burda y egoísta están claras. Distraído por su campaña de supresión de toda resistencia, el régimen se olvidó de la economía agonizante de Bielorrusia, no tomando ninguna medida para planificar el crecimiento económico a través de la modernización. El resultado es una inflación galopante y la severa devaluación de su moneda, ocasionando el derrumbe del nivel de vida.
Habiéndose desvanecido cualquier pretensión de legitimidad política, Lukashenko ha intentado defender su legitimidad económica vendiendo los activos de Bielorrusia para así alimentar a su modelo económico disfuncional y dominado por el Estado. Los 2.500 millones de dólares procedentes de Rusia para la red bielorrusa de transporte de gas ayudarán a mantener a flote a la economía por poco tiempo. A menos que se lleven a cabo reformas económicas fundamentales, tal y como propuso el FMI, Bielorrusia no podrá huir de la hiperinflación. Para que la economía bielorrusa tenga un equilibrio sostenible, una política de privatización y la incentivación de la empresa privada son clave; pero Lukashenko no quiere implementarlo. Alrededor del 70% de los bielorrusos trabajan para el estado y la mayoría están sujetos a contratos renovables de un año. Se trata de una temible arma de control cuasi-totalitario; cualquier empleado que muestre signos de disidencia corre el riesgo de perder su trabajo. Si en Bielorrusia se permitiera que las empresas se desarrollaran de forma normal, Lukashenko perdería el poder que ejerce sobre esta parte tan amplia de la población. Y también perdería el control sobre las finanzas del estado, con las que premia a la élite para que le guarden lealtad.
A la vista de la continua represión de Lukashenko contra su propio pueblo, no nos queda más elección que la de solicitar un endurecimiento de la política de la UE respecto a Bielorrusia, tanto en términos del régimen de sanciones como del apoyo de la EU a la población civil bielorrusa.
Continuaremos pidiendo unas sanciones europeas más duras, dirigidas, no al ciudadano bielorruso corriente, sino a los que están cometiendo los graves abusos de los derechos humanos y a aquellos que apoyan al régimen financieramente. Al mismo tiempo, la UE aumentará su apoyo a y el diálogo con las organizaciones de la sociedad civil y las fuerzas democráticas bielorrusas, ayudándoles a superar los obstáculos que el régimen les ha impuesto y a expresar los problemas que les preocupan. Y mejoraremos nuestro contacto con el ciudadano bielorruso de a pie, sobre todo a través de contactos personales más consolidados.
Nos esforzaremos por transmitirles a los ciudadanos bielorrusos el mensaje de que existe un camino alternativo para Bielorrusia. Les mostraremos de forma clara nuestra visión de una Bielorrusia europea: un país con mayor autoconfianza, que sea un actor internacional respetado y un factor positivo para la seguridad regional y la prosperidad. La UE no pretende suplantar las relaciones regionales de Bielorrusia, sino ampliarlas y complementarlas. Es necesario reforzar el paquete de medidas de la UE y la asistencia para ayudar a Bielorrusia, una vez que adopte la democracia, el respeto por los derechos humanos y el estado de derecho.
Mientras tanto, trabajaremos para vencer la resistencia del régimen a la plena amnistía y rehabilitación de todos los presos políticos y a los intentos de aislar cada vez más a Bielorrusia de sus vecinos europeos.
No habrá un brillante futuro para Bielorrusia mientras sus líderes arrastren al país junto a ellos. Debería ser el pueblo de Bielorrusia el que decida qué clase de futuro quiere. Continuaremos presionando para que se reúnan las condiciones adecuadas que le permita tomar esa decisión libremente.
Fuente: http://www.europapress.es/internacional/noticia-bielorrusia-clinton-ashton-instan-respeto-derechos-humanos-cumplirse-ano-represion-bielorrusia-20111218200630.html
Foto:  www.fotos.lainformacion.com

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